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11/12/2024
Contra la inclemencia climática… calor humano
El pasado domingo, día 8 de diciembre, desayuno con la llamada de un voluntario. No había dormido en toda la noche pensando en los chicos que duermen en el bosque. - Asier, hay que hacer algo. No pueden estar durmiendo con este viento, agua y granizo a la intemperie.
La red de voluntariado empieza a despertar, ruge la marabunta.
Otra persona voluntaria pasa la noticia recogida en la web del Ayuntamiento de Getxo con las medidas adoptadas en la mesa de crisis. Queda claro que se quiere prevenir del riesgo a la ciudadanía. No tanto quién está considerado como ciudadano/a.
Los mensajes de WhatsApp se suceden.
Mientras, vamos recabando información. Se abre el albergue en Berango, dependiente de los servicios sociales de Getxo y la mancomunidad de Uribe Kosta, para las emergencias climáticas. 8 plazas.
Los chicos van de un recurso a otro. - ¿Estará abierto el centro de atención diurna en Caridad 10? ¿Tendré plaza en el albergue de Berango?
Los mensajes y la preocupación siguen creciendo.
Un par de llamadas con Javi, el responsable de nuestro recurso comunitario, el Topagune. Reunión de urgencia con el equipo de gestión de la Junta de Pertsonalde.
La decisión está tomada: - Esta noche abrimos el Topagune.
Convocamos a los chicos que acuden a las clases de castellano, a los que intentamos acompañar en su itinerario, y que están en situación de calle. Mantenemos relación con bastantes más personas en propuestas de reducción de daños con la apertura del local por las tardes, pero con quienes vienen todas las mañanas de forma estable intentamos que, a partir de esta relación y vínculo, puedan ir desarrollando un itinerario de incorporación en el que podamos facilitar algunos recursos, acompañamiento y contraste.
En esta situación se encuentran 17 de ellos, cerca de la mitad.
Se les cita a las 21:00; el lugar ya lo conocen.
Ya hay dos personas voluntarias por día que pasarán la noche con ellos, desde hoy domingo, hasta el miércoles. Se han conseguido sacos, esterillas, colchones inflables, mantas… Los de los chicos están inservibles.
Para cada día hay también un equipo de voluntariado que se encargará de traer la cena para todos; el desayuno lo haremos con lo que tenemos para los cafés de media mañana en el descanso de las clases de castellano.
Se ha hecho petición a la comunidad y la comunidad ha respondido.
Llego a las 21:00 y soy el último. En un primer vistazo rápido no sé decir si hay más personas voluntarias o chicos que vienen a pasar la noche. Nadie quería quedarse en casa, todo el mundo arrima el hombro. Quien no ha traído comida, pone la mesa, recoge, friega…los chicos colaboran, aunque tienen poca opción. Hay buen ambiente, sonrisas, bromas… por fin vamos terminando la cena y recogiendo. Se establecen las normas de funcionamiento de estos días, cuáles son las condiciones posibles de esta acogida. Se traducen entre ellos, la cosa está clara y todos de acuerdo.
A las 23:00 se apagan las luces y se va haciendo silencio. Está claro que están cansados, la noche pasada fue mala y el día de hoy, intenso.
A las 7:00 suena una alarma. - ¿Qué pasa? Hoy no tenemos prisa, ¿para qué han puesto la alarma? Empiezan a desfilar unos cuantos, se lavan, preparan las esterillas y rezan en silencio, cada uno en su sitio. Luego otra vez a dormir un rato, menos tres que se preparan.
- ¿A dónde vais? Desayunaremos a las 8:30.
- Asier, nos vamos a Bilbao. Hay un servicio de duchas que es gratuito, suele haber mucha cola y no queremos quedarnos sin ducha. (Nosotros no tenemos ducha en nuestros locales)
Para las 10:00 estamos desayunados y todo recogido: en el Topagune comienzan las clases como si no hubiese pasado nada.
Hablamos con la parroquia para ver si nos puede facilitar una sala donde colocar unos colchones que se han conseguido y de este modo no tener que estar poniendo y quitando cada día. También para poder disponer del espacio que tiene como txoko, para los desayunos y cenas de estos días. La respuesta: - Por supuesto.
Esta noche han dormido mejor. Por delante otras dos. Luego de vuelta al bosque. Hemos paliado la situación más urgente, pero la realidad no ha cambiado.
Toca apretar los dientes, seguir trabajando, seguir construyendo. Ir generando nuevos servicios que respondan a las nuevas realidades de nuestra sociedad. Siempre por detrás, siempre insuficientes, pero en movimiento, en constante adaptación, intentando no dejar a nadie atrás, ¿verdad?